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La pareja IV: El amor.

Santiago Heyser
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De Ser a Ser, por: Santiago Heyser.

Aunque existen distintos motivos por los que buscamos
una relación de pareja, la mayoría decimos que lo hacemos por amor… pero,
¿qué significa esto en realidad?

Todos nos creemos expertos en el amor, y tiene sentido (que lo creamos,
no que lo seamos), después de todo, el amor y/o el desamor son algo de lo que
nos hablan desde pequeños, que escuchamos todos los días en los medios o que
creemos que hemos experimentado en alguna de sus formas con mayor o menor
intensidad, ya sea el amor de padres, de hijos, el amor de amigos, el familiar,
el amor al prójimo, a una mascota, o el de pareja del cual hablaremos hoy; ese
que nos hace sentir mariposas en la panza y luego ya no, y se transforma en
algo distinto o nos hace renegar y eventualmente sufrir.

El amor no es un producto terminado, no es algo que se obtiene, no es un
objeto que se conserva, no es algo permanente y de ahí, muchos de los errores
que cometemos al partir de premisas equivocadas. El amor es un proceso que se
construye y se nutre cada día; hay que procurarlo todos los días para
mantenerlo vigente aún con los cambios naturales que sufrimos como el envejecer
o nuestra propia personalidad y forma de ver la vida que de a poco o de a mucho
cambia con el tiempo, es decir, hoy no eres la misma persona que hace uno, tres
o veinte años decidió formar pareja fundamentado en el amor que le tenías a una
persona, que como tú, ya no es la misma.

El amor es un sentimiento. La Real Academia, con sus limitaciones, lo
define como: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia
insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro Ser”; o esta
otra: “Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que,
procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía
para convivir, comunicarnos y crecer”. Coincidamos en que es un sentimiento,
porque lo de ser insuficientes y que nos complementa, a menos que se refiera a
la reproducción, son un error en la definición, ya que somos seres completos ;
lo de ‘procurando reciprocidad’, implica que espero algo de la persona que me
hace sentir así, a veces sin siquiera saberlo o sin intención alguna,
condenando así al amor desde su definición a ‘un intercambio’ dependiente de
que se cumplan las expectativas, sembrando así semillas de reclamo y queja que
brotarán cuando no suceda lo que queremos o esperamos.

Sigamos en esa línea. El amor es un sentimiento que nos hace sentir de
esa manera tan especial y mágica que varios conocemos y, como se siente tan
bien, queremos mantenernos en ese estado, queremos seguir sintiéndonos así,
pero resulta que llegamos ahí sin ningún esfuerzo de nuestra parte, el amor en
este nivel, con frecuencia surge de forma espontánea, muchas de las veces no es
amor sino atracción física mal entendida; el punto a comprender es que no hemos
hecho algo específico para sentirnos así, no hay un esfuerzo atrás, es un
simple impulso instintivo, es más, podríamos decir que tiene algo de casualidad.
Por otro lado, asociamos el sentimiento con otra persona y nos volvemos
dependientes de ella, esperando que ella sea dependiente de nosotros y que con
sus acciones fomente ‘nuestro amor’. Si somos honestos, probablemente nos
daremos cuenta que existe una cuota de egoísmo en el amor. Se resume a que
generamos un apego al sentimiento y ‘queremos sentirnos así’, esperando que la
otra persona nos satisfaga, sin darnos cuenta que en última instancia todo esto
sucede en nuestra mente y que la pareja o la persona de la cual ‘nos
enamoramos’, en este nivel, es posible que no tenga participación o
conocimiento alguno de nuestro sentimiento. Hay que considerar además la
perspectiva del ego: “si me corresponde y hace lo que deseo” la voy a seguir queriendo, y si no, pues no,
creando así un modelo de relación que funciona por complacencias y queda
destinado al fracaso.

A diferencia del ‘amor’ encontramos el ‘amar’. Amar es un verbo que implica acciones de hacer y de dar, por eso lo
definimos como ‘un proceso’… no de recibir, sino de dar. Cuando uno ama y procura a los demás para complacer sus
caprichos y expectativas, es triste; muy diferente es cuando el motivador y la
intención tienen por objetivo compartir la vida y contribuir al crecimiento
mutuo; es en este supuesto cuando llegamos a puerto, cuando amar ratifica nuestra condición de seres completos y se convierte en una
forma de vivir que le da sentido a todo, cuando amar es una acción no condicionada por contribuir a que la persona amada ‘sea quien es’,
independientemente de nuestras expectativas, deseos y opiniones… ¡Así de sencillo!

Un saludo, una reflexión.

Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx

Santiago Heyser
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