Por: Ernesto Guerra de la Peña.
A
pocos meses de que inicien las elecciones, ya nos encontramos envueltos por el bombardeo de propaganda electoral. Tan sólo en el
desarrollo de las precampañas (la cual
supuestamente debería ser dirigida y
digerida únicamente por los militantes
de los partidos políticos), ya hemos sido inundados por los panorámicos en la
calle, spots de tele y radio, notas
periodísticas y contenido en redes sociales pagadas por los contendientes.
No
podemos negar la importancia de la
propaganda electoral, pero si la contrarrestamos con el descontento político
que vive la población de nuestro país,
el gasto millonario que se destinará en
el proceso electoral en este año, y el daño ambiental que se genera, su
efectividad se pone en tela de juicio.
Según
el estudio “México, anatomía de la corrupción”, realizado
en el año 2015 por el Instituto Mexicano
para la Competitividad (IMCO) , en
colaboración con el Centro de Investigaciones y Docencia Económicas(CIDE), el 91% de los mexicanos no confía en los
partidos políticos . Cifra que sin
duda es una muestra clara del gran malestar que tiene la población hacia la clase política, provocado principalmente por los gobiernos corruptos en estados como
Quintana Roo, Chihuahua y Veracruz, por mencionar algunos, además del presupuesto que representa el Instituto Nacional Electoral
(INE), durante cada periodo
electoral. Este año se destinaron 17 mil 426 millones de pesos a dicha
institución.
Otro
de los puntos que han causo malestar en varios
sectores de la sociedad y en especial en las organizaciones ambientalistas,
es el aumento de basura electoral. Según
datos de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac) las elecciones del año 2012 generaron 2,500 toneladas de
desperdicios; Lo grave del asunto no
sólo es la cantidad excesiva de basura,
sino que la mayoría de los materiales
utilizados requieren más de 20 años para
degradarse, según un estudio realizado
por la Universidad Popular Autónoma del Estado
de Puebla (UPAEP).
La
pregunta es: ¿El bombardeo mediático volverá hacer que el electorado confíe en la clase política? La respuesta es obvia:
No. La población mexicana no quiere que las
calles estén plagadas de volantes, ni aturdirse con los jingles de partidos políticos.
Como
expresa Octavio paz en El Laberinto de
la Soledad: “La propaganda política es
la difusión de verdades incompletas”. El electorado quiere propuestas honestas
y no spots, lonas y panfletos plagados
de promesas que no se cumplirán.